sábado, 21 de noviembre de 2020

El Día del Espectador

 El revisor dedica un breve instante a examinar los tiquets, los rompe por la mitad y los devuelve a la mano de Nintendo González mientras realiza vagas indicaciones para que él y su hermana sepan hacia dónde moverse.

Francesca Incognita González se adelanta rápidamente y se lanza impaciente sobre su butaca. Es un evento muy emocionante para la joven, está convencida de que esta será la experiencia más fascinante de su vida. Por su parte, Nintendo, habiendo asumido plenamente su papel de hermano mayor más sabio y cínico, se limita a sentarse a su lado y sujetar las palomitas. Aprovecha los minutos publicitarios que preceden al visionado para echar un vistazo a sus redes sociales.

Poco después, las luces se apagan. Nintendo González silencia y bloquea su móvil y mira a un lado para contemplar la expresión de incontenible emoción que muestra su hermana. No puede evitar esbozar una sonrisa. Tal vez él esté seguro de que la película no será para tanto, pero le hace feliz saber que su hermanita conserva la capacidad de ponerse tan contenta con algo tan vacío y simplón. En el fondo, empieza a sospechar que siente cierta envidia.


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Una marabunta emocionada abandona la sala con el culo dolorido y una sonrisa de oreja a oreja. Entre la multitud, dos figuras hastiadas avanzan pesadamente con expresión de decepción absoluta. Las hermanas González se miran y ponen los ojos en blanco al unísono. Comienza así un nuevo capítulo en la vida de Francesca Incognita, uno plagado de bajas expectativas y creciente rechazo hacia el mundo del séptimo arte. Quién le iba a decir que El Príncipe de Zamunda 2 supondría una decepción tan colosal.

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