Un claro y sencillo pensamiento se cruzó por su cabeza: "a la mierda".
Fue entonces cuando se levantó, toda ira, determinación y sed de venganza, y avanzó con decisión hacia el enemigo. Una simple granada no conseguiría detenerla, estaba por encima de eso.
Cada paso era una victoria. Uno podía notarlo en el ambiente, en la cambiante atmósfera de la escena. El retumbar de los tambores de guerra se hacía más y más intenso en el corazón de la rata cobarde que seguía sosteniendo su granada ahora temblorosa según se le acercaba la mariscal Svetlana Presley-Puidgemont con cara de querer arrancarle la cabeza a mordiscos.
Juanmi no era un mal tipo. Eso decían al menos sus vecinos y amigos al ser entrevistados posteriormente. Nunca fue muy valiente ni muy hábil. Tampoco excesivamente listo. Lo cierto es que no destacaba en nada y algunos opinan que con su sádica muerte el planeta no se perdió gran cosa. Lo único que lamentan es que la mariscal tardase tanto en actuar, permitiendo que el mundo sufriese durante varios minutos el horror de creer que sería el final para Playground.
Por suerte, y como ya habréis supuesto, la cosa se quedó en un susto. Juanmi firmó su sentencia de muerte la mañana en la que entró granada en mano a las oficinas del sitio web, solo era cuestión de tiempo. De tiempo y de alguna libertades creativas.
